Trabajar viajando – offline Parte 1

Es noche cerrada y estoy de pie en la proa de un barco en medio de la laguna. Detrás de mí hay un grupo de turistas y el piloto del motor fueraborda. El piloto dirige el barco hacia donde le indico con la linterna, de repente, veo unos ojos que brillan por encima de la superficie. Me arremango y él aminora la marcha.

Entonces, zas, meto la mano en el agua. Se apaga el motor y apago también la linterna: silencio absoluto. Cuando saco la mano del agua y me giro hacia los turistas, estos me miran expectantes en plena oscuridad. Vuelvo a encender la linterna y en la mano agarro un caimán totalmente tranquilo. Es una situación especial para los visitantes; algunos están nerviosos, otros ni se inmutan. Después, como casi todas las tardes, les doy mi charla y les explico todo lo que sé sobre estos animales, las amenazas a las que se enfrentan y algo sobre la conservación de la naturaleza. También compruebo que no tenga parásitos, como sanguijuelas, antes de devolverlo a su sitio o reubicarlo si veo que le falta alimento.

Miguel buscando animales

Pero ¿cómo empezó todo?

Hoy en día, todos los viajeros terminan oyendo eso de ser «nómada digital» y del «trabajo en línea». Hay decenas de foros con miles de debates sobre el trabajo en línea mientras se viaja. Algunas cosas van mejor que otras. Nos preguntan constantemente si trabajamos. Solemos contestar que «online», y suele quedar zanjada la cuestión. Pero lo que muchos viajeros modernos olvidan es que no hace falta ser necesariamente traductor o programador, porque siguen existiendo esos trabajos fuera de Internet de toda la vida. Por supuesto, el sueldo depende del país, pero hay todo tipo de tareas por hacer. Solo tienes que preguntar y estar motivado para descubrir cosas nuevas. A veces se trabaja simplemente por alojamiento y comida y otras a cambio de un sueldo.

En cuanto a mí personalmente, cuando me preguntaban en casa si trabajaría mientras viajaba, siempre decía que, si veía algo que me gustara, ¿por qué no? Al menos durante un tiempo. A menudo hago pequeños trabajos de mantenimiento en casa de gente que nos ha ofrecido un lugar donde quedarnos o incluso comida a cambio. Por ejemplo, reparé el portón podrido de Toni y Nena en Bolivia, arreglé la ducha del recién inaugurado camping de Breno y Rosana en Brasil y construí una nueva plataforma sobre el laguito que tienen. Lo que suele haber siempre son puertas y ventanas por reparar, ya que a menudo están mal acabadas o instaladas, y la intemperie y la humedad no ayudan. Además, los trabajos de bricolaje que se ven a veces son increíbles. Muchas cosas, por falta de reparación y mantenimiento, solo pueden usarse conociendo sus trucos. Sin embargo, mi primer trabajo de verdad de este viaje lo conseguí por casualidad.

Plataforma en el lago de Breno y Rosana.

Acabamos acampando durante un tiempo en la cuenca amazónica boliviana, en un hotel en la selva regentado por una pareja suizo-boliviana, pero no participamos en las excursiones organizadas. Nos adentrábamos en la selva a buscar animales por nuestra cuenta. Cuando encontrábamos algo interesante se le contamos a la jefa que me dijo más en broma: «Ah, conoces muy bien a los animales y hablas tres idiomas, ¿no querrías trabajar para nosotros?». Le contesté que desde pequeño me habían interesado y fascinado los animales y la naturaleza, pero que había que seguir adelante.

Sin embargo, al cabo de unos meses, seguía dándole vueltas a la propuesta y Cora no dejaba de animarme a que lo hiciera, ya que a menudo me enfadaba por los otros guías turísticos. Así podía demostrar que se podía hacer mejor. Como Cora se iba a Europa durante unos meses, le pregunté a la jefa si seguían buscando a alguien para la temporada alta. Me dijo que sí y me explicó por WhatsApp exactamente lo que me iba a esperar.

Me gustó y acepté. Cuando Cora se volvió a Europa, yo volví a Trinidad, en Bolivia. Sin embargo, como todavía no tenían muchos huéspedes, hice una escala y pasé una semana en Rurrenabaque, donde llovía mucho y había muchos turistas, pero también una acogedora cafetería donde me instalé y me preparé para el trabajo, mientras aprendía sobre animales y otras cosas en Internet.

Cómo sigue la cosa, la cuento la semana que viene y descubrirás qué hace un guía turístico y si duele cuando te muerde una piraña.

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