Rincones del Futuro V – De safari en Colombia

Donde los hipopótamos se hicieron americanos

Estamos sentados en una pequeña barca en medio de un gigantesco río. Hace mucho calor y no sopla ni una brisa. El sol quema y nos protegemos de él bajo la escasa sombra que dan los árboles de la orilla. Más o menos así nos imaginamos un safari en África, pero estamos a miles de kilómetros.

El calor es perfecto para observar a estos animales. Sin embargo, el primer día no tenemos suerte. No aparece ni un paquidermo. «¿No estabais en Sudamérica?», te preguntarás. Pues sí, y todo lo que contamos aquí está basado en hechos reales. Y no, tampoco estamos en un zoológico. Estamos en medio del río Magdalena, en Colombia, buscando hipopótamos.

¿Hipopótamos salvajes en América?

Nuestro barco en medio del río Magddalena. ©M.Schumacher

Se calcula que actualmente hay unos doscientos hipopótamos en el río Magdalena. Algunos, como nuestro guía, Yamit, incluso consideran que han creado su propia especie: el hipopótamo americano. Todos descienden de cuatro ejemplares. Cuatro ejemplares que escaparon y se buscaron su propio hogar, casi igual que su propietario. ¿Quién habrá sido?

Hacienda Nápoles. ¿Te suena? Pablo Escobar. Ese sí que lo conoces, ¿no? El gran narcotraficante colombiano cuya vida ha sido llevada a la pantalla y que abarca muchos más aspectos de los que uno pensaría. Recuerda: hipopótamos colombianos. ¿Quién se lo habría esperado?

Escobar tenía muchas ideas peculiares que podía convertir en realidad gracias a sus millones. Entre ellas, nació la idea de construir un zoológico en los años ochenta: Hacienda Nápoles. Los animales llegaron en avión de todo el mundo, entre ellos los hipopótamos de un zoo estadounidense. En la actualidad, la Hacienda Nápoles es un zoo y parque temático para la clase media colombiana.

Tras el asesinato de Escobar, los animales fueron trasladados a otros zoológicos, excepto los hipopótamos, que nadie quería. Sin embargo, estos siguieron procreando y lograron escapar.

El río Magdalena es uno de los ríos más grandes de Colombia y su clima se asemeja al de su hogar africano; y la sabana colombiana terminó convirtiéndose en su nuevo hogar. Al no estar encerrados y no haber depredadores naturales, los hipopótamos se multiplicaron rápidamente. En 2023 se contabilizaron 169 individuos y se calcula que actualmente ya se ha llegado a los 200.

Nos gustaría ver a uno o dos de estos majestuosos animales. Se sabe que se les ve en la Hacienda Nápoles, pero los animales salvajes viven tranquilos. Aún no hay masas de turistas en el río.

Los hipopótamos que rescatan económicamente a las tortugas

Los hipopótamos en la laguna. ©M.Schumacher
El hipopótamo en el río. ©M.Schumacher

Contactamos con Yamit, del Tortugario. Él es uno de los pocos que ha sabido ver la posibilidad de generar ingresos con estos animales. Con él organizamos un safari para ver los hipopótamos en Colombia.

El pueblo de Estación Cocorná se encuentra a orillas de un afluente del río Magdalena, el río Cocorná. Fue una estación de ferrocarril que conectaba la región agrícola con la ciudad de Medellín. Escobar marcó toda la región y la gente no vivía mal: trabajaban de agricultores o ganaderos, o plantaban coca, y Escobar pagaba los gastos escolares de los niños. Solo convenía ser una persona de pocas palabras.

La familia de Yamit vivía en ese mundo y se adaptó; aun así, eran un poco diferentes. La madre se formó en biología y conservación medioambiental. Un día, mientras paseaban en barco por el río, se dieron cuenta de que apenas veían tortugas. Los huevos se recolectaban ilegalmente y la carne también se consideraba una exquisitez. Así que decidieron salvar a las tortugas. El proyecto consistía en crear un centro de cría y refugio para estos reptiles: el tortugario de la Estación Cocorná.

Diez años después, se ha convertido en todo un éxito: las tortugas han vuelto. Vimos muchas a lo largo de la orilla durante nuestro recorrido. La conservación por sí misma apenas da dinero, por lo que la familia fundó una empresa turística que ofrece tours en barco por el río Cocorná hasta el Magdalena. Y es en ese punto, donde se juntan ambos ríos, donde una colonia de hipopótamos ha elegido asentarse.

Vivir la convivencia

El segundo día tuvimos suerte. Por la mañana, nos acercamos en coche a la Hacienda Nápoles, donde hay pequeñas lagunas en los alrededores. El propietario de una de estas lagunas nos deja entrar en su propiedad a cambio de comprarle una Coca-Cola en su tienda. Hay cuatro hipopótamos: tres adultos y un bebé. Están todos en el agua, sin dejarse molestar. Mejor, porque en los alrededores hay pocos árboles en los que ponerse a salvo en caso de que quisieran atacarnos. Y los hipopótamos son rápidos y peligrosos, al menos en África. En Colombia, según nos cuenta Yamit, por ahora no han matado a nadie, aunque sí ha habido ataques.

Con los pescadores al fondo. ©M.Schumacher

Por la tarde, decidimos volver a bajar por el río. De nuevo, toca esperar. Queda poco para que se ponga el sol. La luz de los últimos rayos del sol pinta una estampa preciosa.

¡Ay, un hipopótamo! Se asoma cada dos por tres a la superficie para volver a sumergirse en las aguas turbias del río. Parece curioso o, quizá, simplemente quiere defender su territorio. Se gira repetidamente hacia nosotros y, de repente, se sumerge. Yamit acelera y se aleja; nunca se sabe si el animal está planeando un ataque submarino. A los pescadores locales no parece impresionarles demasiado. Sin mostrar aparente inquietud, van a la orilla a por arena. El hipopótamo tiene que estar por debajo del barco, pero los deja en paz. Me quito el sombrero ante semejante valentía.

Un poco más río arriba hay un segundo ejemplar. Ya está anocheciendo, pero aun así disfrutamos del momento. Mantenemos siempre la debida distancia y el motor en marcha, porque este hipopótamo ha decidido saltar y está claro que está defendiendo su territorio.

¿Cuánto más se podrán ver estos animales?

Sin embargo, estos animales son una especie invasora. Da igual que Yamit repita que ya forman parte del hábitat. En 2018, el gobierno colombiano decidió esterilizarlos para reducir la población. Aunque se les complicó llevar a cabo el plan. En 2023, decidieron no solo castrarlos, sino también trasladar a algunos individuos a otros países o incluso sacrificarlos. De momento no se ha hecho nada, y tampoco se resolverá rápidamente, así que aún tuvimos la oportunidad de verlos en su hábitat «americano».

El sol se puso y, con la luz de las linternas, remontamos el río. Volvimos al Land Cruiser a orillas del río Cocorná. Estamos cerca del río, pero lo suficientemente alejados del territorio de los hipopótamos para que no nos pisoteen por la madrugada. Quién se lo habría imaginado: hipopótamos en Colombia. ¡Otra de esas experiencias inolvidables de nuestro viaje!


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