Nuggets de caimán, monedero de jaguar y contrabando de orquídeas

Un vistazo a la otra realidad de Sudamérica

Caimanes muertos sin cola en la orilla. Patas de caimán a la venta en el mercado negro. Carne de monte escondida tras el mostrador de la carnicería: monos, armadillos, roedores… En la tienda de souvenirs hay carteras de piel de jaguar de exquisita calidad. Y un caimán bebé disecado. También hay pieles completas de ocelotes, aunque estas solo se pueden comprar a escondidas.

Desgraciadamente, lo descrito no es tan raro en Sudamérica.

La caza está muy extendida en Sudamérica, aunque está estrictamente regulada. En Ecuador, por ejemplo, solo los indígenas pueden cazar para uso propio. En Argentina, se pueden cazar pumas y hay granjeros que pagan por cada ejemplar abatido. En Chile, en cambio, el gran felino está bien protegido. Colombia ha prohibido totalmente la caza deportiva y en Bolivia solo se permite cazar capibaras. En Brasil, solo los grupos indígenas pueden cazar animales de la selva.

Por desgracia, un asunto complicado.

¿Carne para indígenas o para turistas?

Cola de caimán en Perú.

En la mayoría de los casos, se permite a los grupos indígenas cazar para alimentarse. Es lógico, ya que aún viven en la selva y se alimentan de carne de monte. Además, para consumo propio no tienen que cazar grandes cantidades. Pero, por desgracia, esta no es toda la realidad.

En realidad, muchos animales solo se cazan por intereses económicos, es decir, para venderlos a turistas nacionales e internacionales. Los nuggets de caimán son un manjar, aunque nadie tenga que comerlos por necesidad. Al fin y al cabo, todos comen pollo y ternera a diario. La carne de mono les encanta a los citadinos y los jaguares se cazan por sus colmillos y su piel.

Según un estudio del 2011 de Nasi et al., cada año se cazan 900 000 toneladas de carne de animales silvestres en el Amazonas. Para muchas comunidades indígenas, es la única fuente de proteínas y es muy importante para su subsistencia, sobre todo para las familias más pobres. Sin embargo, cada vez se cazan más animales salvajes por motivos económicos y no de supervivencia. Esto tiene consecuencias negativas para todos: la selva se vacía, hay menos animales, disminuye la biodiversidad y los indígenas se quedan sin comida. Por desgracia, las personas implicadas no suelen darse cuenta hasta que es demasiado tarde, ya que el dinero rápido que genera la venta de unos cuantos monos es demasiado tentador.

El método de caza también merece la pena mencionarlo: matan al caimán (independientemente de la especie, ya que a menudo no distinguen entre ellas), le cortan la cola y tiran el resto. Aunque ya que están, podrían aprovechar todo el animal, es más, el mejor trozo de carne es el filete. Sin embargo, es más rápido y mucho más fácil cortar simplemente la cola, así disminuyen el riesgo de que los pillen troceando el cadáver.

En las ciudades turísticas de la región amazónica hay grandes mercados donde se vende mucha carne de monte, souvenirs de cuero y de piel. Están por todos lados en los lugares muy turísticos. Lo hemos visto en Bolivia, Perú y Colombia, aunque seguro que está presente en muchos otros lugares de la región.

Esto resulta chocante para muchos. Podríamos pensar que estamos bien educados y que sabemos lo importante que es la conservación (especialmente los que venimos de países con una buena educación), pero, por desgracia, la educación parece estar sobrevalorada. Muchos europeos también se sienten atraídos por un monedero de jaguar de piel verdadera… preciosa. En China, simboliza el estatus. Y para muchas otras nacionalidades, la conservación de la naturaleza no es precisamente el tema principal que aprendieron en el cole.

Carne de monte y huevos de tortuga en Perú.
Patas de caimán en Perú.

A su vez es importante recordar que muchos turistas, tanto locales como extranjeros, nunca han reflexionado acerca del origen del material. ¿De dónde viene la piel? ¿Ha tenido que morir un animal salvaje? Cuenta la leyenda que hay niños que ya ni siquiera saben que la leche viene de una vaca y no del supermercado; una comparación bastante apropiada.

Además, a muchas personas les dan asco los reptiles vivos, por lo que los prefieren muertos y convertidos en cuero. También le tienen mucho miedo a los felinos, aunque al mismo tiempo les resulten fascinantes, pero mejor no encontrárselos vivos.

El comercio de especies, un problema mundial

A pequeña escala, nosotros, como turistas, ya tenemos un impacto, pero también existe una escala global en el comercio ilegal. China es un gran problema. Muchas empresas chinas están invirtiendo en Sudamérica y penetrando en zonas vírgenes, y además está aumentando el consumo de animales salvajes y remedios tradicionales, para lo que se requieren cada vez más recursos. Un triste ejemplo es el comercio de jaguares. Como ya no quedan tigres, se han pasado a los colmillos de jaguar como símbolo de estatus.

Pero China no es el único país que da problemas, también impulsan el comercio ilegal otros países asiáticos, Estados Unidos y Europa.

Caimanes bebé en Bolivia.
Cuero de jaguar de Bolivia.

Plantas, víctimas principales del comercio de fauna

Las orquídeas son plantas preciosas y hay ejemplares muy raros que solo crecen en determinadas regiones. Se calcula que en Sudamérica hay unas 12 000 especies diferentes. También hay muchas especies endémicas en Ecuador, como la orquídea Drácula.

Las orquídeas son difíciles de cultivar, ya que requieren condiciones muy específicas. Sin embargo, a menudo solo se venden las semillas. Para ello, se necesitan muchas orquídeas silvestres, ya que no todos los ejemplares producen buenas semillas. Las que no producen buenas semillas se destruyen. Hay muchas flores que interesan a los coleccionistas y por las que se pagan hasta 10 000 dólares por un solo ejemplar. La mayoría se envían por correo. Así de fácil es el contrabando.

El dilema de los parques y las reservas

Parque Nacional del Podocarpus.

El mundo es realmente único, pero por desgracia a menudo vemos lo poco que se valora la naturaleza. Hay muchos parques nacionales, pero eso no significa que los animales y las plantas estén a salvo. Los parques necesitan guardas para proteger sus límites, pero a menudo no hay dinero suficiente para pagarles y algunas personas buscan un buen ingreso extra. Al fin y al cabo, conocen el parque y la corrupción está muy presente.

Las ONG privadas o las reservas funcionan mejor, pero tampoco lo tienen fácil. Durante años, Henry de Sumak Kawsay, en Ecuador, ha tenido que enfrentarse repetidamente a indígenas que utilizaban su terreno privado como coto de caza antes de sus celebraciones por haber vaciado sus propios territorios. Argumentaban que tenía derecho de caza por ser indígenas, pero consiguieron hacerle ver que ese derecho no se aplica en terrenos privados.

Otros también se sienten atraídos por el hecho de que los animales buscan refugio donde no se les moleste, por lo que los cazadores furtivos pueden tener interés en colarse por la noche. También hemos oído muchas historias al respecto. A menudo, desafortunadamente, no hay dinero suficiente para pagar a guardas.

Tal vez la única forma de proteger a los animales sea la educación. Pero aplicar las mismas normas en todo el mundo y competir con dinero rápido es una tarea colosal. Así que, al menos, brindemos por los pequeños proyectos que consiguen pequeños cambios; por suerte, también hemos conocido muchos buenos ejemplos que dan esperanza.


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