A sus setenta años, Picopando disfruta por fin de su jubilación en su propio estanque, junto a su pareja. Así nos lo cuenta el guía en el Hato Masaguaral, en Venezuela. Ante nosotros se alza un hocico grande, algo deformado y puntiagudo, que recuerda más a un fósil que a un animal vivo. Pero de repente, el cocodrilo se mueve, se mueve pesadamente, pero con cierta ligereza, y se sube a un montículo de tierra. Es la hora de comer.
Ahora se aprecia su tamaño: un macho de 380 kilos. Se le nota la edad, aunque igual que 70 también podría tener 700 años.
Una especie amenazada con una población ínfima

Picopando ha tenido numerosos descendientes. Ahora disfruta sus sus últimos años junto a su hembra en un recinto cerrado. Liberarlos sería demasiado peligroso para los animales, no por su falta de habilidades para cazar, sino por culpa de los humanos. Eso fue precisamente lo que acabó con el cocodrilo del Orinoco en general.
Se estima que quedan entre 250 y 1500 ejemplares en libertad. Por ello, en el Hato Masaguaral, una especie de rancho, se crían para luego liberarlos. Los huevos se incuban, y la temperatura ambiente determina si de una puesta nacen hembras o machos. A continuación, se cuida a las crías durante aproximadamente un año, ya que siendo aún tan pequeños son presa de muchos otros animales y pocos sobreviven. Recién cuando alcanzan los seis kilos los liberan en los Llanos, su hábitat original en la cuenca del río Orinoco.
El único cocodrilo sudamericano
El cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius) es el único cocodrilo real que vive exclusivamente en Sudamérica. Sí que hay poblaciones de cocodrilo americano (Crocodylus acutus) en Ecuador y Colombia, pero todas las demás especies son caimanes. Sin embargo, la diversidad de nombres suele causar confusión:
- En Venezuela le dicen al cocodrilo: caimán llanero
- Mientras que el caimán de anteojos (Caiman yacare) se le conoce como babilla. Aunque en Bolivia, al pariente del sur, le dicen lagarto y en Argentina, al mismo, yacaré.
- Y a los pequeños caimanes postrusos o de Cuvier (Paleosuchus), los bolivianos los llaman cocodrilo.
Un gran lío.
El tercer cocodrilo más grande del mundo



Con una longitud de hasta 6 metros, el cocodrilo del Orinoco es una de las especies de cocodrilos más grandes del mundo. Lo vivimos en directo durante un safari en los Llanos Orientales colombianos:
Como tantas veces, nos dirigimos a una zona remota, al Hato La Aurora. El rancho cuenta con una enorme reserva natural en la que se pueden ver muchas especies diferentes: jaguar, tapires, caimanes, capibaras y anacondas. Estas últimas eran el motivo de nuestra estancia, aunque finalmente las vimos en otro lugar.
Aun así, hicimos el safari. Salimos en un pequeño Toyota amarillo descapotable. Teníamos la esperanza de ver algún cocodrilo, pero sabíamos que era muy improbable. Nuestro conductor era poco hablador y, sin decir nada, se detuvo junto a una laguna.
De repente, se acercó nadando elegantemente un macho de cinco metros y solo ocho años y se dejó caer sobre la orilla. Miguel me miró sorprendido y solo dijo que no parecía un caimán. Y no lo era: estábamos a pocos metros de un cocodrilo del Orinoco. En otra laguna vimos a la hembra, su antigua pareja. Cuando le preguntamos, nuestro conductor nos contó que el macho había huido. También comentó que de vez en cuando alimentan a los animales para que se queden allí. No están encerrados, podrían irse, pero fuera de la reserva son presa fácil para el humano. Además, es bueno para el negocio.
Humboldt vio millones y hoy hay que buscarlos
En Venezuela y Colombia hay varios proyectos que buscan mantener la especie. Cada año se liberan alrededor de 150 animales desde el Hato Masaguaral. Sin embargo, solo una pequeña parte de ellos sobrevive el tiempo suficiente para reproducirse. Poco antes de nuestra visita al Hato La Aurora en Colombia, habían liberado allí 50 crías, aunque no conseguimos ver ninguna.

Los informes históricos, entre ellos los de Alexander von Humboldt, describen orillas infestadas de cocodrilos. Hoy en día, la población se ha reducido drásticamente.
A principios del siglo XX, se estimaba que la población ascendía a tres millones de animales. Aunque se mataban, no se cazaban de forma sistemática. La gente les tenían miedo, porque se contaba que habían encontrado ejemplares con joyas y huesos humanos en el estómago. Sobre todo los pescadores y las lavanderas corrían el gran peligro de ser asesinados por los cocodrilos. Luego surgió la industria de la moda y creció la demanda por cuero de alta calidad. Y comenzó su final.

Entre 1930 y 1960, a causa de la industria de moda, la población se vio diezmada. Surgió la profesión de caimanero, cazador de caimanes, y se organizaron operativos de caza. Las cazas llegaban a tal extremo que no paraban hasta que hubiesen eliminado todos los individuos de una zona. Según cifras oficiales, en 1931 se exportaron 790 toneladas de piel de cocodrilo. Algunos científicos estiman que en los primeros años murieron 2,5 millones de ejemplares.
Hoy en día, este animal está en peligro de extinción y está estrictamente protegido. Apenas hay casos documentados de contrabando, pero en Venezuela, un país azotado por la pobreza, los cocodrilos y sus huevos se utilizan ocasionalmente como fuente de alimento. O se les mata por miedo. Sin embargo, hay tan pocos ejemplares que apenas se ven fuera de las zonas protegidas.
Una reliquia de tiempos inmemoriales con un futuro incierto
Los tiempos en los que le advertieron a Humboldt que no se asomara por la borda del barco, ya que podría devorarle un cocodrilo, se han convertido en memoria histórica. Este animal solo sigue existiendo en libertad gracias a los criaderos y a unas pocas organizaciones, pero quién sabe si logrará recuperarse.
Picopando ya ha contribuido con creces a la conservación de la especie. Hoy disfruta de su jubilación. Coge el trozo de carne que el cuidador le coloca delante del hocico y se lo traga sin masticar. Después se desliza de nuevo al agua, dejando solo sus pequeños ojos asomando por encima de la superficie.