Planes en Sudamérica

Una de las preguntas que más nos hacen es «¿cuáles son los planes para los próximos días?». Una pregunta que, a priori, parece sencilla, pero que para nosotros se convierte en un auténtico desafío.

¿Por qué?

Viajar en coche por Sudamérica es una aventura llena de imprevistos que hacen que los planes, sobre todo a corto plazo, sean difíciles de cumplir al pie de la letra.

Aquí un repertorio de algunos imprevistos que hemos tenido.

El tiempo

El tiempo puede ser un aliado o un enemigo, y siempre será el más fuerte. En Paraguay, las lluvias convirtieron el camino en un barrizal infranqueable, obligándonos a esperar dos días. Al menos, conocimos a unos campesinos extremadamente pobres en términos monetarios, pero ricos en amabilidad. Incluso nos ofrecieron matar una gallina por si nos quedábamos sin comida.

Michi desinflando el neumático.

En Argentina, la Ruta Nacional 40 estaba cortada por crecidas de los ríos, lo que nos obligó a un desvío de 300 kilómetros. Lo mejor de todo: le preguntamos a unos policías cuando salimos de Salta el día anterior y no sabían nada del corte.

El dinero

En Mato Grosso, Brasil, la búsqueda de un cajero automático que funcionase se convirtió en una odisea. Ni un solo ATM aceptaba nuestras tarjetas extranjeras, y nadie quería cambiarnos dólares o euros. Finalmente, 500 kilómetros más tarde logramos encontrar un banco que nos permitió sacar dinero con nuestras tarjetas internacionales.

En Argentina, es habitual encontrar pueblos enteros sin efectivo para sacar o reticencia a cambiar divisas, especialmente tras la implementación de las nuevas políticas económicas ya no quieren dólares.

Gancho del techo levadizo.

La mecánica

Obviamente lo que más usamos es el coche. Una carga de 3,5T no ayuda a minimizar los daños. Hasta ahora no hemos tenido accidentes (¡menos mal!), pero siempre vuelve a pasar algo que nos obliga a pararnos. Sea para encontrar la pieza, encontrar el mecánico que lo quiera reparar o para idear alguna solución casera.

Se nos rompió un gancho del techo levadizo. Después de dos días preguntando en ferreterías, encontramos una tornería que tenía acero inoxidable y podía fabricarlo. En otra ocasión, tuvimos que reemplazar el anillo de sellado del eje de tracción. Aunque encontramos un mecánico rápidamente, la pieza solo estaba disponible en la siguiente ciudad, lo que nos llevó una tarde entera buscando en tiendas de repuestos. Vaya, otra tarde muy entretenida.

El combustible

¿Ir rápidamente a repostar gasolina o diésel? Bueno, con suerte solo toca hacer cola unos minutos…, unas horas… o, en el peor de los casos, simplemente no tienen. Toca volver a intentarlo al día siguiente. Aunque también puede pasar que no quieran vender combustible a extranjeros, suele pasar en Bolivia, entonces toca buscar una gasolinera que sí lo haga.

Menos mal que tenemos capacidad para repostar 270 litros de diésel. Se agradece mucho ya que así no dependemos tanto de las ganas que tengan de trabajar.

Nuevos amigos en Chapada, Brasil.

La política

En Bolivia, los bloqueos de carreteras son una forma común de protesta, lo que nos obligó a esperar diez días para poder continuar el viaje. Al menos conocimos a mucha gente increíble.

Los pasos fronterizos también suelen ser muy interesantes. A veces tardas treinta minutos, otras veces, horas o te dicen que tienes que esperar hasta el lunes porque la persona responsable no trabaja los fines de semana. En esas situaciones solo te queda insistir, lloriquear un poco y “proponerles” que en ese caso tendrías que acampar delante de la oficina de aduana porque no puedes volver al otro país.

La gente

También hemos conocido a gente en el trayecto que nos han invitado a sus casas o nos han recomendado lugares. Lo que supuso cambiar nuestros planes, aunque para bien. Así conocimos Chapada dos Guimarães o la Fazenda São Nicolas en Brasil o Vilhena o Cachuela Esperanza… y un sinfín de ejemplos más.

Si bien tener una idea general del destino es importante, la flexibilidad, la calma, la paciencia y, en ocasiones, la insistencia, son claves para un viaje exitoso. En definitiva, la improvisación nos ha permitido descubrir lugares y personas que jamás hubiéramos conocido si los planes se hubiesen desarrollado a la perfección.

Al fin y al cabo, ya sabéis, «se hace camino al andar».

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