Carnaval, samba y playas de ensueño. Delincuencia de bandas y narcotráfico. Selva amazónica y deforestación. Esto es por lo que se conoce a Brasil en Europa. Y se olvida que Brasil es la mayor economía de América Latina y un actor económico importante a nivel mundial.
Miles de kilómetros solo soja

A lo largo de nuestro viaje por el oeste de Brasil, vimos claramente esta evolución. Viajamos por la BR-163, una autopista que conecta todo el oeste y que también se conoce como la «autopista de la soja». Y sí, vimos mucha soja. Durante más de 500 kilómetros, campos a derecha e izquierda, carteles publicitarios de productos fitosanitarios de grandes empresas de renombre y silos de actores mundiales como la compañía china COFCO INTL. La línea de vida económica de la región tiene 3.500 kilómetros de longitud. La carretera crea empleo entorno al sector agrario, pero es aburridísima de conducir y peligrosa.
La BR-163 es estrecha. Tiene solo dos carriles y está abarrotada de camiones camino del siguiente puerto fluvial, en Itautuba. Allí es donde se despacha la mercancía a través del Amazonas a todo el mundo. Según el Observatory for Economic Complexity (una plataforma de visualización de datos del MIT), en 2021 Brasil exportó soja valorada en 39.000 millones de dólares, principalmente como pienso para animales, a China (27.200 millones), España, Tailandia, Países Bajos y Turquía (entre 1.600 y 1.000 millones cada país).
Brasil es el principal exportador de soja a nivel mundial y en el estado de Mato Grosso, con una superficie de 900 000 kilómetros cuadrados, se produce el 26 % de la soja de Brasil. Según el último informe de MapBiomas (2023), casi el 50 % de la zona original de transición amazónica se ha deforestado a lo largo de los años. En Mato Grosso se forma un ecosistema propio que se encuentra entre la Amazonia y el Pantanal: la sabana tropical del Cerrado. La región desempeña un papel importante en el abastecimiento de agua de Brasil, ya que la almacena y alimenta así muchos ríos. Sin embargo, para poder cultivar talan la selva y tienen que abonar el suelo, pobre en nutrientes. Obviamente, esto no favorece precisamente la conservación del ecosistema.

Para variar, ganado
La soja se utiliza principalmente como pienso. Esta es la segunda imagen que muestra la región. Enormes campos desbrozados con ganado blanco. Solo siguen en pie los árboles de la castaña de Pará que llegan a alcanzar 50 metros de altura, están protegidos y no se pueden talar. En la carretera circulan camiones de dos pisos para transportar el ganado, donde los animales van hacinados camino del matadero. Domina la empresa JBS que exporta carne a todo el mundo. Gran parte va a China, pero también es líder en la exportación de carne halal a Oriente Próximo. La bandera iraní ondea incluso frente a una de sus enormes instalaciones de producción.

Ojalá se encaminen hacia un desarrollo sostenible
La ganadería trae a la región los mismos problemas que el cultivo de soja: deforestación. Muchos nos contaron que hace 40 años toda la zona estaba cubierta de bosques. Hoy apenas queda bosque. Pero sigue existiendo.
Algunas reservas indígenas todavía están forestadas y la organización francesa ONF, junto con Peugeot, lleva a cabo un programa de compensación climática cerca de Alta Floresta. Allí se investiga la gestión sostenible de la selva amazónica en una superficie de 108.000 kilómetros cuadrados. Han creado un hermoso bosque a orillas del río Jurena, pero, desgraciadamente, sigue siendo la excepción en la región. Ojalá consigan convencer a los locales de que para la ganadería no tienen que talar todo el bosque. Al menos en la Fazenda São Nicolau, ONF demuestra que hay otras opciones.