Encuentros con gigantes: la temporada de ballenas en América Central

Desde donde estamos, el continente americano se encuentra entre dos océanos: el Atlántico y el Pacífico. El mar acompaña a la mayoría de los viajeros a lo largo de todo el trayecto de norte a sur o viceversa, pero en nuestro caso fue un poco diferente. Gran parte del viaje fue casi exclusivamente por el interior de Sudamérica.

Pero ahora, en América Central, ya no hay escapatoria. El mar está a la vuelta de cada esquina y está lleno de lugares estupendos para acampar. Otra fascinación que nos trae a las costas son los habitantes del mar, sobre todo ahora, en plena temporada de ballenas.

De visita a las ballenas jorobadas

Cría de ballena jorobada practicando. ©M.Schumacher

Las ballenas jorobadas viven en todos los océanos. Pasan el verano en los mares polares y migran a aguas tropicales y subtropicales en invierno. Estos refugios invernales son esenciales para la reproducción, tanto para el apareamiento como para el nacimiento de las crías. Además, les gusta permanecer en zonas marinas poco profundas, por lo que son fáciles de observar.

Durante bastante tiempo no tuvimos la suerte de ver ballenas, más que nada porque no estábamos cerca de la costa; pero incluso estándolo llegábamos después – o antes- de la temporada, como nos ocurrió en Ecuador.

Pero en Panamá llegamos justo a tiempo, así que tocó salir al mar a ver ballenas.

Prácticas de acrobacia

Las ballenas jorobadas son famosas por sus saltos. Estos les sirven, por un lado, para deshacerse de los parásitos mediante el impacto, pero, por otro lado, también para comunicarse con otras ballenas. Cuando hay demasiado ruido bajo el agua y el otro grupo de ballenas se encuentra a más de cuatro kilómetros de distancia, utilizan saltos o golpes de aleta, según descubrieron investigadores.

No tuvimos la suerte de ver de cerca a ninguna de las grandes ballenas jorobadas realizando sus espectaculares saltos, pero vimos a una cría practicando. Y estas pequeñas, con sus pequeños 4 metros, ya impresionan. Sin duda, será una experiencia aún más impresionante cuando veamos a los animales adultos más al norte.

Las ballenas jorobadas también son conocidas por su canto. Se han identificado hasta 622 tonos diferentes, y los hemos escuchado de verdad: ¡bajo el agua mientras buceábamos! Sabíamos que las ballenas estaban cerca, pero escucharlas bajo agua emociona. Si además hubieran pasado nadando por delante, habría sido increíble. Quizá tengamos más suerte más adelante en el viaje.

Menos turistas, más naturaleza

Madre y cría. ©M.Schumacher
Cría de ballena jorobada ©M.Schumacher

El avistamiento de ballenas se ha convertido en un gran negocio en esta región. Los precios suelen ser elevados. En Panamá, concretamente en Santa Catalina, querían cobrar entre 80 y 100 dólares estadounidenses. Para ser justos, hay que mencionar que no solo se avistan ballenas, sino que también se hace snorkel y la entrada al parque está incluida.

Sin embargo, otros viajeros nos recomendaron un lugar más barato y con menos turistas. Como ya habíamos tenido la suerte de ver a la cría de ballena jorobada saltar y observar otras ballenas desde la distancia durante el buceo, nos lo pensamos mucho. Pero, por 30 dólares por persona y seis horas en el agua, había que ir.

Fuimos a Boca Brava. Allí nos esperaba nuestro guía en un bonito día soleado (a pesar de ser temporada de lluvias). Junto a nosotros, se subieron al barco otros cinco estadounidenses que viven en Panamá. Los ocho pusimos rumbo al Parque Nacional Chiriquí en una pequeña embarcación. Y, de repente, vimos una madre con su cría nadando cerca del barco. ¡Se acercaban una y otra vez! No llegó otra embarcación turística hasta pasada una hora. Así que estuvimos solos casi todo el tiempo.

Es realmente impresionante ver a estas pequeñas crías nadando y cómo de repente aparece la madre justo al lado. Sobre todo, porque son mucho más grandes que el pequeño barco en el que estábamos. Estos gigantes pueden alcanzar hasta 15 metros de longitud (y eso que son de las ballenas más pequeñas entre la familia rorcual) y pesar entre 25 y 30 toneladas. Ese día vimos ballenas constantemente, desde la playa o desde el barco.

¿Se puede avistar ballenas desde la cama?

En Costa Rica lo intentamos de nuevo. Esta vez, directamente desde la cama. Se supone que en una punta cerca de Puerto Jiménez las ballenas pasan cerca de la costa. No las vimos, pero sí que había delfines, rayas y tortugas.

Whale watching desde la cama.

La siguiente vez que salimos al mar fue en Uvita con un colega del hermano de Miguel, que organiza excursiones de avistamiento de ballenas. Nos invitó a ir a pescar con unos amigos. La pesca en sí misma me sigue pareciendo aburridísima, pero como en la bahía también hay ballenas, al menos pasé un buen rato observándolas saltar en la distancia y, de cerca, una madre con su cría.

Sin embargo, aquí fue diferente. A pesar de ser temporada baja, había otros cinco barcos con hasta 15 personas a bordo alrededor de los animales. Nada de avistar ballenas en soledad. De alguna manera, poder disfrutar de los animales de forma casi exclusiva es una sensación diferente. Ahora esperamos encontrarnos con más animales de camino hacia el norte, ya que al menos vamos a estar mucho más cerca de la costa y sus fascinantes habitantes.

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