Guacamayos: las coloridas voces de la selva

¿Los trópicos sin aves coloridas surcando los cielos? Imposible de no imaginarse así los trópicos, sobre todo al hojear un folleto de viajes. Casi en cada página aparece algún loro, tucán o colibrí. Y es que es verdad que estas aves llenan de color los trópicos.

A nosotros también nos encanta observarlas, especialmente a los guacamayos, los loros más grandes de América del Sur y Central. De hecho, solo existen en este continente. Hay gran variedad de tamaños y colores, pero lo que más los delata son sus gritos. Son aves inteligentes, sociables y muy comunicativas. Eso los hace fascinantes, y por desgracia también muy codiciados como mascotas. Precisamente eso es lo que hace que sus números decrezcan.

El despertador

Guacamayo jacinto o azul. ©M.Schumacher

Antes de verlos, se les oye: sus fuertes graznidos. A menudo, como el gallo en la granja, los guacamayos nos despiertan temprano por la mañana. Solo que en medio de la selva tropical.

En el sur, las especies eran más azules; cuanto más al norte, más rojos. El guacamayo jacinto, el más grande, alcanza casi un metro de altura y tiene un plumaje azul intenso con una franja amarilla alrededor de los ojos y el pico. Es un ave inconfundible.

El guacamayo escarlata o bandera es probablemente el más conocido, con sus brillantes plumas rojas, amarillas y azules. Otro de los clásicos es el guacamayo azul y amarillo. En total hay ocho especies, todas ellas incluidas en la Lista Roja de la UICN. Dos ya se han extinguido y otras cuatro están en peligro crítico de extinción. Por eso, ver estas aves es aún más impresionante.

El color no es lo único que caracteriza a estos animales

Aunque los guacamayos puedan parecer muy llamativos, su colorido plumaje los camufla perfectamente en la selva tropical. Se mimetizan sorprendentemente bien con la luz, las sombras y las hojas. Sin embargo, cuando vuelan, se les reconoce enseguida.

Una gran herramienta de la que disponen es su poderoso pico, tan fuerte que pueden romper las cáscaras de las nueces. También les sirve como «tercera garra» para trepar por las copas de los árboles. Entre sus alimentos favoritos se encuentran las nueces y las frutas. Cuando les da por atacarte, duele, porque te muerden para mostrar que quieren algo cuando viven en cautividad.

El lado oscuro de la fascinación

Guacamayo aliverde. ©M.Schumacher
Guacamayos en cautividad. ©M.Schumacher
Guacamayo azul y amarillo. ©M.Schumacher

Por desgracia, su belleza y su capacidad para imitar sonidos los convierten en mascotas populares. A menudo se les cortan las alas en cautividad para que no puedan volar. Durante el viaje hemos visto muchos ejemplares así, principalmente como atracción turística. Lo difícil es volver a liberarlos una vez que se hayan acostumbrado a los humanos y es imposible si ya no pueden volar.

En Colombia conocimos a una pareja de guacamayos en libertad y con capacidad de volar. Llevan años viviendo con una familia y, en teoría, podrían irse en cualquier momento, pero probablemente se quedan porque llegaron siendo polluelos. El macho es bastante celoso y ataca a los hombres; la única que tiene a las aves bajo control es la abuela, pero no estaba allí. Así que nos tocó defender constantemente los platos de arroz.

Uno de los guacamayos era muy curioso: inspeccionó la colada, probó la hamaca, bebió café y, finalmente, examinó todo el coche. No había momento aburrido.

Guacamayo bandera inspeccionando la tienda
y la hamaca.

Paraíso amenazado

En libertad, los guacamayos adultos apenas tienen enemigos naturales. Su mayor peligro es la pérdida de hábitat debido a la deforestación y a la utilización de la tierra para la agricultura. Al igual que muchos otros animales de la selva, los guacamayos también sufren la desaparición de los bosques; por ejemplo, anidan en árboles huecos y, sin bosque, no hay nidos.

La caza furtiva y el comercio ilegal de animales tampoco contribuyen a preservar las poblaciones de loros. Afortunadamente, ya existen muchos proyectos exitosos para la protección de la especie, como en Costa Rica, donde la plantación de almendros de playa ha permitido que las aves vuelvan a encontrar alimento fácilmente y sus poblaciones se hayan recuperado.

Los guacamayos viven en parejas estables. Casi siempre se les ve volar en pareja, son fieles toda la vida. En cautividad, pueden llegar a vivir hasta 65 años. Creo que lo consiguen porque tienen una ventaja sobre nosotros: si en algún momento no se soportan, tienen todo el cielo a su disposición. ¡A nosotros no nos queda otra que seguir compartiendo los pocos metros cuadrados del Land Cruiser!

Un comentario

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