¿No es peligroso viajar por Sudamérica? Esta es, con diferencia, la pregunta que más nos hacen. A Europa solo llegan las malas noticias, al menos a través de los medios de comunicación. Por supuesto, esto también se debe a que, cuando todo va bien, no suele haber necesidad de informar. Y, efectivamente, los medios de comunicación locales también están llenos de noticias negativas.
Según varios periódicos ecuatorianos, en enero fueron asesinadas 750 personas en Ecuador. Eso es mucho. Una cada hora. También hay muchos accidentes mortales en Sudamérica, la delincuencia campa a sus anchas por toda la región y las bandas tienen mucho terreno bajo su control. Las fuerzas de seguridad son corruptas, al igual que las autoridades y los políticos. Mejor ni entremos en ese tema. Viéndolo así, obviamente va a pasar algo, ¿no?
Nuestra estrategia de seguridad: preparación e intuición
La seguridad es nuestra máxima prioridad. Aún más lejos de casa, y siempre le estamos dando vueltas. No queremos minimizar los peligros, pero sí relativizarlos.
El viaje nos enseña lo importante que es hacerle caso a la intuición o el presentimiento, quizá conducir unos kilómetros más y preguntar mucho. Pero también aprendimos a relativizar las noticias y a consultar a personas muy diferentes, porque cada uno valora la seguridad de forma distinta. Hasta ahora (y esperamos que siga siendo así), no hemos tenido ninguna mala experiencia importante.
También es verdad que no vamos a cualquier sitio, aunque a veces lo parezca. Nos informamos y evitamos las grandes ciudades. En zonas más pobladas o si tenemos que entrar en una ciudad, buscamos un camping donde pasar la noche. En Chachapoyas (Perú), incluso pasamos algunas noches en un hotel porque no había ningún lugar adecuado y seguro para pernoctar en el vehículo.
Los aparcamientos siempre son un dilema, hay mucho ajetreo, mucha gente yendo y viniendo. En algunos supermercados, donde no creemos que sea seguro dejar el coche, una persona se queda y la otra hace la compra.
Pregúntale a los lugareños: «¿Es seguro aquí?»
Se siente si eres bienvenido o no. La gente o saluda o nos mira con desconfianza. Si no hay más remedio que quedarnos allí, nos bajamos del coche y preguntamos. La gente suele mostrarse escéptica, pero aun así tienen cierta curiosidad y, si explicas quién eres y qué haces con una sonrisa, llegas lejos.
Siempre es interesante oír la respuesta a la pregunta: «¿Es seguro aquí?». A menudo dicen que es muy peligroso en el pueblo vecino, pero no en el suyo. La persona del pueblo vecino dice lo mismo del pueblo de al lado. Entonces sabemos que no suele pasar mucho. Pero si dicen que es peligroso en su pueblo, sabemos que va en serio. Entonces suelen darnos un consejo sobre un lugar seguro y nos dirigimos allí.
Por supuesto, no nos queda otra que confiar en los demás. Si alguien quiere hacernos daño, también puede engañarnos. Por eso, las aplicaciones y los grupos de WhatsApp y Facebook de viajeros son muy valiosos. Porque estas personas tienen el mismo objetivo y se van advirtiendo entre ellas.
¿Los turistas como objetivo? Cuando se vuelve peligroso
La delincuencia en Sudamérica se caracteriza por las bandas organizadas. Ajustan cuentas entre ellas y, por desgracia, puede pasar que los turistas esten en el lugar y momento equivocados (esto puede ocurrir en cualquier parte del mundo). Nuestro capitán de barco en la excursión de buceo aquí, en la costa de Ecuador, lo confirmó: «Sí, no está exento de peligro, pero siempre se trata de pandilleros. Como local, intentas no involucrarte y tener preparada la vacuna (dinero de protección). Pero los turistas no son su objetivo principal».
También hay bandas de ladrones que se dedican a robar coches a los turistas. En este sentido, las advertencias de los foros de viajes pueden ayudar, así como informarse y mantenerse alejados de la zona turística. Esa es una de las razones por las que evitamos los lugares muy turísticos, además de que a menudo no son tan bonitos.
Experiencias en distintos países
Hasta ahora, nos han recibido amistosamente. En Brasil, a menudo nos paraban para invitarnos a comer o algún comandante del ejército nos daba su número de teléfono por si necesitábamos ayuda.
En Perú, no recorrimos la costa por la carretera Panamericana, sino la zona oriental de los Andes. Allí se cultiva droga, pero apenas hay turistas y la policía no está acostumbrada a timarles. Una vez lo intentó uno, pero teníamos nuestras respuestas preparadas y, al final, se sintió abrumado.
San Pedro de Atacama, en Chile, es conocido por los robos de coches. Nunca dejamos el vehículo sin vigilancia. En Bolivia, tuvimos que pagar un peaje ilegal porque no querían abrir una cancela. Una tontería, pero al final no fue una situación muy peligrosa. Ahora nuestra experiencia ayuda a otros viajeros. Hemos publicado una advertencia sobre esto en una aplicación de viajeros muy utilizada.
El truquito de la cruz suiza
Una cara amable siempre ayuda, hablar en voz baja pero clara y, de vez en cuando, parecer un poco perdido o confuso cuando te hagan una pregunta, como si no la entendieras. Miguel lo hace bastante mejor que Cora.
La cruz suiza que llevamos en el coche también suscita preguntas. La mayoría de la gente piensa que es la Cruz Roja. Y preguntan para qué ONG trabajamos o nos dejan pasar en el peaje: podría tratarse de una emergencia. En contadas ocasiones, alguien la reconoce como la bandera suiza, pero entonces siempre tienen que venir a preguntarnos si es verdad, porque sus colegas no les creen.
Conclusión: la seguridad es relativa y, afortunadamente, a menudo es mejor de lo que se teme
Ya veremos cómo seguirán las cosas en el norte. Pero, hasta ahora, nos hemos sentido seguros en la mayoría de los casos y nos han brindado seguridad. Eso nos devuelve algo de fe en la humanidad.